En estos tiempos de intenso invierno, congestiones y Mucha Magia, llega como solas refúgio, la oprtunidad de tener varios motivos para internarnos en una sala de Cine, desconectarnos por espacio de 2 horas 30 y disfrutar, como debe ser de una Buena historia llevada la Cine.
Para este caso considero sinceramente que el Director David Yates lo ha logrado. No quiero sonar prepotente, ni tampoco lo tomen a mal, pero para mí, personalmente opino que no importa lo que digan los críticos, expertos y cinéfilos: Harry Potter and the Deathly Hallows: Part I se convierte en uno de los grandes éxitos de taquilla de 2010.
Y esto es tan sólo el aperitivo de lo que sucederá el próximo verano, cuando la saga concluya con la segunda entrega del último libro que, estoy seguro, batirá récords históricos.
Pero desde un punto de vista netamente cinematográfico, pienso que The Deathly Hallows: Part I supera considerablemente algunos de los episodios previos, incluyendo los más logrados —The Prisoner of Azkaban, The Goblet of Fire y The Order of the Phoenix. Este último dirigido por David Yates, quien también filmó la entrega previa, The Half-Blood Prince, probablemente la más mediocre de todas.
De ahí que el resultado de The Deathly Hallows: Part I, clasificada PG-13, esta expuesto a su arte. Me explico, valoro que por fortuna, el cineasta inglés aprovechó las virtudes del libro de J.K. Rowling —que trasladó la acción más allá de los escenarios habituales de la serie— para expandir visual y narrativamente el mundo mágico del jóven mago, con el que todos hemos crecido durante los últimos 10 años.
El viaje en el que los tres héroes se embarcan, revela sus afinidades y diferencias emocionales. para esta ocación, Harry Potter (Daniel Radcliffe), Hermione Granger (Emma Watson) y Ron Weasley (Rupert Grint) deben dejar atrás la seguridad del castillo de la escuela de Hogwarts para recuperar las tres reliquias de la muerte con las que el temible Voldemort (Ralph Fiennes) no sólo puede lograr el control de los dos mundos, el real y el mágico, sino también puede provocar la muerte de Potter.
Mi Propósito no es el de contar toda la historia, pero si quiero resaltar algunos segmentos que realmente me han llamado la atención: el baile entre Harry y Hermione, entrañable y nostálgico; la sorprendente secuencia animada en la que se recrea el origen de las reliquias, narrado con pasión por una extraordinaria Emma Watson y la no menos impactante escena o la revelación asombrossa de Ron en la que se muestra su peor temor —un romance entre....No les cuento para que la vean.
Para terminar considero que David Yates, a diferencia de su anterior trabajo, el muy lento y en momentos plano The Half-Blood Prince, sabe cómo mantener el ritmo del relato, combinando tales instantes íntimos con espectaculares secuencias de acción —el enfrentamiento aéreo entre las tropas de Voldemort y los amigos legionarios de Potter, todos ellos transformados en el joven mago— y notables diálogos —la reunión de Voldemort con sus allegados, donde vuelve a destacar la insuperable actucion de Ralph Fiennes o la hilarante personalidad de Helena Bonham-Carter en el papel de Bellatrix Lestrange.
Y siempre, sus excelentes actores, del primero (un Radcliffe que irradia personalidad y carisma) al último (la breve aparición de un sensacional Bill Nighy), dotan al conjunto de una energía y calidad indiscutible.
El principio del fin está aquí. Si Harry Potter and the Deathly Hallows: Part II logra impactar a la audiencia con la misma efectividad que esta primera parte, la saga creada por Rowling culminará de forma inolvidable. Les invito a verla, No se la puden perder y mejor si elijen el formato IMAX en Plaza de las Américas.
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